miércoles, 11 de junio de 2014

Vinos y temperatura de consumo en un gráfico sencillote

Como vale más una imagen que mil palabras, ahí va mi resumen gráfico de las temperaturas orientativas de consumo para disfrutar totalmente los buenos vinos.
Si alguien quiere la imagen a mejor resolución solo tienen que pedirmela y con mucho gusto se la remito.

VINO TINTO Y SU PUNTO DE CONSUMO.
¿Cómo servir un buen vino tinto? (*)

He de comenzar por la excepción que confirma la regla y es que cada uno puede tomarlo como mejor le guste.
Pero lo cierto que para que un buen vino tinto, sobre todo a partir de reservas y grandes reservas, esté en su punto óptimo de degustación hay que ayudarle un poco con detalles elementales.
Hay cosas muy elementales que te impiden sacar del vino todo lo bueno que lleva dentro. El vino hay que oxigenarlo un ratito, pero no hay que dejarlo morir dejándolo en una botella abierta hace varios días. El vino se muere y no puedes servir un vino muerto; pues bien la gente te sirve vino muerto.
Los consumidores y amates del vino deberíamos de tener el derecho a pedir un vino “que no esté muerto”. Y si nos lo sirven muerto poder reclamarlo vivo.
No me imagino al tabernero de la esquina, de casa Casa Don PIN, o de la Cafetería  SANDIOS  sirviéndome una caña desde una “litrona” que abrió hace tres días… Y ojo, que la litrona se defiende  mejor cuando ha sido abierta que un buen reserva. Pues no hagamos con nuestros grandes vinos lo que no haríamos con una sencilla  “litrona”.
Se me ocurre a bote pronto que este problema se podría arreglar en parte con presentaciones diferentes a las actuales al uso en bares, cafeterías  y restaurantes. A mi nunca me han servido el un avión desde una botella de reserva abierta hace dos días. Tienen sus envases adecuados.
Otra circunstancia elemental que nos impide disfrutar al 100 por cien de un buen vino tinto es la temperatura de consumo. Pero aún siendo tan fácil de remediar, si te descuidas un poco te sirven el vino a temperaturas inadecuadas. Por más que casi todos los buenos vinos ya te indican en la botella la temperatura recomendada de consumo. Cierto es que estas temperaturas recomendadas de consumo varían ligeramente según los lugares de consumo, el ambiente, el momento del consumo, si es con una comida, con un aperitivo, con un queso. Además cada persona tiene su propio paladar.
La copa en la que se sirve y demás circunstancias las dejo para otra ocasión, que también son muy importantes.

(*) el tinto de verano, el calimocho y el tinto con sifón o gaseosa ya sabemos como se toman… y por cierto están riquísimos.


viernes, 16 de mayo de 2014

Cocteles de ayer, de hoy y de siempre

Cócteles de los años 40.



    Paseando por los viejos rastrillos de de la Habana Vieja, me encontré un buen día este librito publicitario de los años 40.

    Lo compre por deformación profesional, para ver qué se “cocinaba” , perdón, más bien para ver que se bebía en la época.

    Lo podrían tener como libro de cabecera en la mismísima Bodeguita del Medio o en el Floridita, donde mejor saben los mojitos y los daiquiris, a decir de los entendidos. A mi personalmente me gustaron mucho.

    Es una publicidad bien orientada del Bacardi que se hacía en Cuba en esa época. ¡lo que inventa la publicidad para  promocionar-vender: cubalibre, mojito, daiquiri…!

    Las ilustraciones también tienen el "sabor añejo" de la época.
   

 Todos estos cócteles están en este precioso librito que reproduzco tal cual en http://bocetos.org/cocteles

domingo, 4 de mayo de 2014

Detalles que arruinan un buen vino tinto (2)

No, “a temperatura ambiente NO”

Tanto en mi post anterior con el mismo título como en el caso de este, estoy hablando siempre de un target: consumidor tipo medio. Esto es, particulares y clientes de bares, cafeterías, restaurantes y establecimientos similares de tipo medio y medio alto que son los que más abundan en este país nuestro llamado España. Doy por supuesto que los grandes conocedores del mundo del vino y en los establecimientos de “gama alta” de los sectores de la restauración y afines nunca pasan por alto ningún detalle por muy trivial que este pueda parecer, que pueda arruinar un buen vino tinto.

Una temperatura inadecuada al servir el vino –cualquier vino- es casi más grave que ponerle casera a un gran reserva.
una tarjeta termometro para vinos

La temperatura es el primer y principal detalle a tener encuera a la hora de servir un buen vino. La temperatura adecuada es la que hace que el vino te brinde todo lo que lleva dentro o por el contrario que “el vino no te diga nada”.
Ya sé que el consumidor paga y esto le da derecho a pedirte el vino como quiera, hasta un gran reserva con casera (y no estoy exagerando, me ha sucedido).

No voy yo a hacer un estudio individualizado de la temperatura ideal de servicio de cada vino ya que sería larguísimo y difícil. Además estos estudios ya los han hecho grandes maestro de la materia. Sí me gustaría recordar un tópico que se utiliza mucho y que es un gran error: tomar el vino tinto “a temperatura ambiente”. No, “a temperatura ambiente NO.
Cada vino tiene su temperatura y esto los buenos profesionales lo saben y los profesionales que no son tan expertos se pueden documentar fácilmente, hoy todo el mundo tiene a mano a “san google” que lo “sabe todo” y sobre la marcha te da una orientación rápida.

En la práctica, tocar la botella, le da toda la información a un profesional que antes ha aprendido con un termómetro para vinos. Y ante la duda todo el mundo tiene un termómetro a mano…

comentarios a achoig@gmail.com


viernes, 25 de abril de 2014

Detalles que arruinan un buen vino tinto (1).

Solamente voy a poner dos ejemplos muy corrientes, que suceden a diario y que arruinan un buen vino tinto.
Ejemplo 1: Siempre fue y seguirá siendo costumbre que buenos amigos salgan  a tomar unos vinos, como rutina diaria o como celebración de algo, pongamos “ha ganado o perdido su equipo de toda la vida”.
Esta buena costumbre sigue viva y además se ha cambiado un poco en función de los tiempos; Se ha ido cambiando paulatinamente el vino corriente el del “famoso chateo” por el vino con nombre o con nombre y apellidos: un ribera, un rioja, un toro, un cigales, un rueda, un verdejo… con apellido “un marqués de la viña alta”, “un ribera del sena”.
El camarero te sirve el vino y de vez en cuando salta la sorpresa “el vino no se parece en nada a lo que debería ser”. Si un buen vino tinto lleva abierto varios días ponte a temblar porque ese vino no se parece a lo que originalmente fue, cuando se abrió la botella, se oxigenó y se sirvió por primera vez.
Es realmente una verdadera pena, pero un buen vino no aguanta si no es en unas determinadas condiciones el paso de tan poco tiempo. Lo mejor es tirarlo. Pero ve tu a decirle al camarero de turno que el vino no está bueno, o dile que lo tire que no vale y verás cuantas cosas tienes que oir.
 Ejemplo 2: Al Sr Juan Equis, le gusta tomar un buen vino tinto en su comida y se lo puede permitir. Pero bebe solamente él en la casa. Se toma una o un par de copas durante la comida y hasta dentro de un par de días no vuelve a tomar del mismo vino.
Y cuando abre de nuevo la botella se encuentra con la sorpresa de que el vino no es el mismo, no sabe lo mismo, ni parecido siquiera.
¿De quien es el problema, de la bodega, del tabernero, del Sr Juan Equis?
¿Cómo solucionaría el problema el bodeguero, el tabernero, el Sr Juan Equis?

ps: Bienvenidos comentarios y soluciones, en privado o en público... Gracias!

miércoles, 2 de abril de 2014

Los sumilleres tienen “talón de Aquiles”: no son máquinas.

(... no creo que a todo el mundo le guste la anécdota, pero es real como la vida misma).

Leyendo en la prensa cosas relacionadas con el vino acabo de recordar una anécdota  que me sucedió hace ya unos años.
Fue durante un viaje de negocios a Milán. Viajamos juntos un colega de profesión, asturiano él y yo.
Al final de una de las jornadas de trabajo decidimos darnos un homenaje en uno de los mejores restaurantes de Milán al ladito de la catedral, a un costado de la Galería Vittorio Emanuel II.
Mi amigo tiene gustos refinados y mundo para dar y tomar. Nuestro hotel estaba en la zona de la Plaza del Duomo y nos asesoramos de dónde estaba el mejor restaurante de la zona,  como siempre,  con el personal del hotel para acertar. Nuestro informante nos comentó que no era necesario reservar ya que era un día entre semana y no íbamos a tener problema. Y en caso de problemas que le llamasen a él.  Y para allá que nos fuimos.
La persona que nos recibió en el restaurante nos indicó que sin reserva debíamos de esperar un poquito en el en bar del restaurante y enseguida nos atenderían. En el bar nos agasajaron maravillosamente pero el tiempo pasaba y a pesar de nuestra insistencia nadie nos llamaba para pasar al restaurante. Las mesas estaban vacías y en  gran cantidad. Al fin y tras una muy larga espera (ya esperamos por cabezonería olvidando la dignidad, repetidas veces le pedí a mi amigo irnos a otro lugar, había montones en la zona), llegó el maitre a hacernos los honores y prácticamente sin disculparse nos acomodó y nos atendió correctamente.
talla unica
Una vez tomaron nota de la comanda llegó el sumiller –traje y aperos adecuados al lugar, extra luxury- con el vino que habíamos pedido. Se encargó mi amigo de probar el vino y directamente le dio un rotundo suspenso  con una breve explicación. El sumiller pidió disculpas, recogió la “mercancía” y prometió volver de inmediato con una nueva botella. El vino era el más (o uno de los más caros de la carta) quiero recordar que eran unas 150000 liras del año 95.

Yo no conocía tan en profundidad a mi amigo para saber de su doctorado en vinos.
Llegó el sumiller con la segunda botella, hermana de la anterior, abrió la misma con los mismos rituales, se produjo el mismo test y se volvió a calificar  a aquella joya con un rotundo suspenso por parte de mi amigo. Esta vez el sumiller ya pidió algo más de detalles que mi amigo le dió y aunque no pareció convencer mucho al sumiller, nos trajo una tercera botella del mismo vino. Al rechazarle la tercera botella, el sumiller con una cierta cara de póker, nos informó de que aquella reserva especial se les había agotado y eligiésemos otro vino “que invitaba la casa”.
A mí, el corazón me latía acelerado por lo violento de la escena que nunca habría imaginado.
Ya de vuelta al hotel mi amigo me confesó que lo que había hecho era una venganza por la larga espera con la que nos castigaron bien por no haber acudido con reserva, o por no llegar en un lamborghini o un ferrari como el resto de los clientes o porque el Real Madrid les había dado “para el pelo” en la eliminatoria de la Copa de Europa.
Pero ¿y el vino?. El vino estaba en su punto y era extraordinario pero nadie te puede demostrar –y menos un sumiller disfrazado de italiano campesino del siglo pasado- que el vino no estaba “ligeramente tocado”. Los años, la temperatura, el grado de acidez, el buqué y ese largo etc que se maneja en las catas no son matemática pura. En una cata tienen ese componente creativo que hace que tu imaginación vuele y en este caso, no era una cata era una importante consumición y la imaginación no volaba con viento a favor. Si a esto le añades que mi amigo hizo gala de su presidencia del VIP_club de Cata_Ovetense, ¡pues un poco debía entender de vinos(*)!
Admito mi culpabilidad por cómplice...
achoig@gmail.com - www.termometroparavinos.com

(*) El VIP_club de Cata_Oventense solo ha existido en la tarjeta de mi amigo, que yo sepa.





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sábado, 29 de marzo de 2014

Vino medicina: "Machaquito" experiencia personal inolvidable.

“Santo remedio” 

Lo que no consiguió la medicina lo consiguió el anís con el nombre del famoso torero.

Todos tenemos la experiencia de los catarros curados con alguna receta de la abuela que incluía el vino o los quinas que abren el aperito pero les voy a contar algo que me sucedió hace un tiempo.
Lo he recordado estos días y es algo que me sucedió años atrás.
Por esas circunstancias de la vida alguna compañera de trabajo me comentó que los dolores menstruales se  aliviaban mucho con una copita de ginebra, aguardiente u otra bebida similar. Y comentándolo con un pariente muy cercano me dijo “eso son tonterías, mi mujer lo ha probado todo, con medicamentos y con todas las bebidas que le han dicho y ninguna funciona”. A lo que yo le contesté que por probar la que yo le recomendaba no perdía nada…


Y es que por esas fechas yo había conocido el Anís Machaquito y por acompañar a un cliente lo probé haciendo la machada típica del vendedor joven que vende su alma con tal de quedar bien con su cliente. Y si a mi el Machaquito, no me machacaba, me anestesiaba directamente para todo el día, porqué no probar con la mujer de mi pariente. Y ni corto ni perezoso, le compré una botella del famoso Machaquito en “El Brillante” que está cerda de la plaza de Roma (la Manuel Becerra de toda la vida) en Madrid y la embarqué para San Sebastian, allí no era fácil encontrarla parece ser. Y saltó la sorpresa, a los cuatro o cinco meses me llamó mi pariente para que le enviara (como el mayor de los favores) otra botella más y así un montón de años. El “Santo remedio” duró la friolera de 7 u 8 años aliviando los –por otra parte inaliviables y tremendos dolores (cambio de carácter y humor incluidos)  pre-menstruales y menstruales de la esposa de mi amigo, que nunca deja de recordarme el milagro.
Lo que no consiguió la medicina lo consiguió el anís con el nombre del famoso torero.



lunes, 10 de marzo de 2014

un maridaje sencillo: un toro y una tortilla española

lunes, 17 de junio de 2013

Un toro y una tortilla española.

Alicia Alonso

Un maridaje de “prima ballerina”

Me enteré de los gustos de la famosa Alicia Alonso(*) en una comida a la que tuve el gusto de invitar a la diva durante de sus largas estancias en Madrid mientras impartía clases en su aula Alicia Alonso en la Universidad Complutense de Madrid.
Mi relación, puramente comercial, con la institución Ballet Nacional de Cuba venía de años atrás. A Alicia Alonso le gustaba conocer hasta los más mínimos de talles de cualquier cosa o persona que se relacionase en ella o su imagen y esta fue la razón de que nos presentase su abogada en el Ballet Reina Rojas.
Tuve el honor de ver sus ensayos magistrales en Cuba así como en Madrid y comprobé hasta que punto enseñaba e imponía la perfección a sus bailarines, desde el primero al último. Era algo así como una dictadora de la perfección.
Aún me parece mentira cómo exigía la perfección a sus bailarines, cómo lo veía todo estando prácticamente ciega, lo oía, lo sentía…
Alicia Alonso y Vladimir Vassiliev
También me parece mentira cómo podía bailar prácticamente ciega.
Y aseguro mi afirmación porque lo vi con mis propios ojos comiendo con ella y su esposo en Madrid. Pude comprobar hasta donde llegaba su grado de ceguera. Ese mismo día me confesó sus preferencias culinarias y me destacó una muy sencilla y típica de la cocina española: la tortilla de patata gordita y en su punto acompañada de un buen tinto con cuerpo.
Le prometí que le iba a enviar a su casa una tortilla como Dios manda y un vino que no era  un tinto con cuerpo, era un tinto con cuerpo y alma,  era un toro. A lo que Alicia Alonso me contesto “los estaré esperando”, con ese acento que no se le va nunca a los cubanos aunque sean internacionales, y más cerca de los dioses que de los humanos, como ella.
Conociendo a ilustres cubanos que a todos el mundo le vienen a la cabeza y otros muchos más que a nadie le suenan de nada pero que son el fiel reflejo de los gustos culinarios de la isla no me extrañó mucho el maridaje que proponía. Me llamó la atención por el hecho de que podría ser una bomba dentro de aquel cuerpo, de apariencia tan delicado, de “prima ballerina”.
Pero viendo cómo había dado buena cuenta  de los “tostones”,  la “ropavieja”, el vino y el añejo
durante la comida que les mencionada más arriba me arriesgué.
Me encomendé a “la Bruja”, una buena tabernera de la Elipa –así la llamábamos solo los amigos- y le encargué una tortilla española, pero con mayúsculas, y la zamorana –para más señas superviviente de la catástrofe de Ribadelago-, se lució. Bueno lo cierto es que se lucía siempre en su taberna de Ricardo Ortiz en Madrid.
Al marido de “la Bruja” zamorano también como ella y que llevaba a gala tener siempre el mejor vino de Toro le pedí el mejor toro tinto que tuviera para quedar bien con la ilustre Alicia Alonso, a lo que me contesto –como perdonándome la vida- con un “buenooooo”,  que me sonaba a “que no”. Que aquel vino había que acompañarlo de un buen jamón, un buen chorizo, lomo, queso… Pero mi  buen amigo no sabía que a los cubanos cualquier cosa que tenga grasa no les dice mucho. Bueno esto es teoría porque también los conozco que mezclan el chorizo con el añejo a las 11 de la mañana en La Habana.
Preparé el maridaje, llamé a un mandado y se lo envié a la genial bailarina.
Pensé que ahí se acababa la historia, pero sorpresa, al día siguiente, ni uno más ni uno menos, me llegó una nota de felicitación para la cocinera y agradecimiento para mi por la exquisitez que les había hecho llegar.
¿Moraleja?: Puede dejarnos la su suya, si lo desea...


otros temas: promocionar el vino http://promocionar-vino.blogspot.com.es/
por achoig@gmail.com - www. termometroparavinos.com 


(*)Alicia Alonso,  nacida en La Habana el 21 de diciembre de 1918 es considerada por muchos críticos como la mejor bailarina de ballet clásico de todos los tiempos.